Superando la falta de visión, logran su formación y su inserción social Imprimir
Escrito por Administrator   
Lunes, 01 de Octubre de 2012 12:16

Estudian, trabajan y forman familia, venciendo el impedimento de uno de los sentidos más importantes para desenvolverse en la vida: la vista. Nos hablan de cómo perciben el mundo, sus logros y anhelos tres invidentes que pasaron por la única escuela de ciegos, actual Centro de Recursos Santa Lucía.

“Me jubilé este año en Laboratorios Lasca. Me desempeñaba en la sección empaque”, nos dijo orgulloso Agustín Vera Armoa (60), quien es casado, pero no tiene hijos. Rehabilitado en la entonces Escuela Residencial Santa Lucía en la década del 70, fue incluido laboralmente en la citada empresa, siendo jubilado este año, 2012.

Recuerda que vino de Misiones a los 22 años a Asunción. Vivía en la entonces Escuela Santa Lucía, donde aprendió las primeras escrituras en Braille para defenderse en la vida cotidiana. Y las integrantes de la Asociación de Damas le consiguieron el trabajo donde se desempeñó durante 29 años.

El bachillerato terminó cuando tenía 51 años.

“Las integrantes de la Asociación de Damas Santa Lucía me ayudaron mucho a superarme en la vida, tanto en el estudio como para conseguir trabajo”, resaltó.

Según Agustín, es más difícil la vida para quien pierde la vista después de haber nacido. Y agregó que tuvo que superar tres etapas: primero padeció catarata, luego desprendimiento de retina lado izquierdo, hasta perder la vista totalmente en un accidente de tránsito en 1989.

Sostiene que se debe romper la barrera que impone la sociedad. Hay que luchar y enfrentar la vida para el logro de los objetivos, con sacrificio y perseverancia.

Idalina Concepción Cardozo Duarte (42) tuvo una ceguera total a los 6 años cuando padeció meningitis. Es de Eugenio A. Garay, Villarrica. Su madre, María Dolores Duarte, la trajo a la escuela de ciegos cuando tenía 11 años de edad.

La secundaria realizó en la escuela regular, estudiaba con el sistema Braille, los compañeros le dictaban y sus exámenes rendía en forma oral.

Trabajó en la biblioteca y le pagaba la Asociación de Damas de la institución Santa Lucía. Luego estudió Formación Docente en Saturio Ríos y dos años de licenciatura para ser bibliotecaria en la Universidad Nacional de Asunción. Le fue muy difícil luchar contra las barreras arquitectónicas, por lo que tuvo que dejar.

En el 2000 se casó con Simeón Olmedo, que es vidente. Tiene dos hijos, uno de 10 y otro de 11 años.
“Necesitamos que los choferes de ómnibus nos acepten y que paren para poder subir y viajar de un lugar a otro. Queremos ser tratados como un ciudadano más”, dijo y añadió que todos los días se desplaza desde Areguá hasta la escuela de ciegos (hasta Morquio).

“Estoy muy feliz por tener la oportunidad de demostrar lo que soy capaz de hacer. Yo cocino, lavo, plancho, todo lo que aprendí en el Centro de Rehabilitación para Personas Ciegas llevo a la práctica. Gracias a Dios soy profesional, esposa y mamá, y puedo cuidar de mi familia”, resaltó Idalina, quien actualmente es docente del Centro de Recursos Santa Lucía.

Juan Ignacio Flor Vega (43) nació con glaucoma congénita, tuvo visión hasta los dos años. Es de Carapeguá. Cuando tenía 8 años el lado derecho perdió totalmente y hasta los 11 años fue operado 7 veces, sin resultado positivo. A los 14 años insistió a sus padres para que le traigan a vivir en la Escuela Santa Lucía, donde realizó sus estudios primarios, la secundaria la realizó en el Liceo Cervantes y el Centro Paraguayo del Saber, gracias a becas obtenidas por la Asociación de Damas Voluntarias Santa Lucía. En el 2000 estudió Formación Docente y es licenciado en Ciencias de la Educación, en una universidad privada.

Empezó a trabajar en la Dirección Nacional de Protección al Menor vendiendo estampillas y actualmente trabaja en el Ministerio de Justicia y Trabajo y es dirigente de la Asociación de Ciegos del Paraguay.

Está casado con Esthela Lezcano, invidente, exalumna en la escuela de ciegos, quien está esperando su primer hijo. Trabaja como docente en el Centro de Rehabilitación para Personas Ciegas.

“La vida es linda. Hay que prepararse para la exigencia del mundo actual y tecnológico”. significó.

En el Centro de Recursos para la Inclusión Educativa “Santa Lucía” hay 91 alumnos matriculados, y las clases son completamente gratuitas.

La directora de la institución, Graciela Acosta de Núñez, explicó que la entidad benefactora es la Asociación Santa Lucía presidida por María Dolores Gali de Florentín y está ubicada en el Barrio Pinozá.

Explicó que la institución es un centro de recursos que responde a las necesidades individuales educativas de los niños/as y jóvenes con discapacidad visual de la comunidad a nivel nacional. Desarrolla programas individualizados, capacita a profesionales, promueve la inclusión en escuelas regulares, contribuyendo a formar una sociedad sin discriminación, justa, solidaria, participativa, en la que se respeten los derechos de las personas con discapacidad.

Apoyo académico, provisión de materiales didácticos adaptados y asistencia técnica a docentes a escuelas inclusivas. También lectoescritura en Braille, matemática-ábaco, orientación y movilidad, desarrollo de habilidades para la vida diaria. Programas escolares con adecuación curricular: maternal, preescolar, 1er. Ciclo de EEB. Además, informática adaptada, educación musical, educación física, danza. Asimismo, estimulación temprana y visual para baja visión, nutrición, enfermería y odontología.

Las principales necesidades de la institución son el mantenimiento y la adecuación del edificio para su accesibilidad, equipamiento de la sala de informática, respeto a los derechos de las personas con discapacidad visual, en especial en el uso accesible del transporte público, y mayor apoyo para la especialización de sus recursos humanos.

Última actualización el Lunes, 01 de Octubre de 2012 12:30